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Hace muchos años que algunos vaticinaban que el concepto de Smart Cities no era más que marketing y que, por consiguiente, estaba condenado a desaparecer. Los años les han quitado la razón y la tendencia en pro de la transformación digital de las ciudades está cada vez más activa. Los planes de transformación digital de muchas ciudades se han centrado en el concepto de ciudad inteligente y han avanzado en los últimos años de manera considerable en los 5 continentes.
Es en esta línea en donde la Unión Europea ha decidido poner especial énfasis, centrando en ella su estrategia de crecimiento y financiación para los próximos. En palabras de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea: “El Pacto Verde Europeo y la digitalización darán impulso al empleo y el crecimiento, a la resiliencia de nuestras sociedades y a la salud de nuestro medio ambiente, apoyando la recuperación e invirtiendo en el futuro”. Todo ello conformando una estrategia de crecimiento y financiación que ha de ir obligatoriamente ligada a los conceptos de digitalización y sostenibilidad. Estamos, por tanto, siendo testigos de las bases de lo que ha de ser la nueva economía europea, una economía centrada en la innovación tecnológica y en el respeto al medio ambiente.
Con esta estrategia en el horizonte más próximo, cabe enfatizar en el concepto de ciudad inteligente como respuesta a estos retos y como parte de la solución planteada. Haciendo énfasis en su propia definición, podemos entender las ciudades inteligentes como una nueva manera de gestionar los servicios urbanos y las propias ciudades. Se trata de un ambicioso reto que ha de dar respuesta a necesidades y voluntades incluso divergentes para las ciudades y sus gobernantes; por un lado, la eficiencia en la provisión de los servicios urbanos; y por otro, la provisión de unos servicios más abiertos y transparentes, que estén centrados en el ciudadano y en sus necesidades. Para ello las ciudades cuentan con un gran aliado, la tecnología, que ha de ser ese facilitador que permita la transformación digital de las mismas. Sin la innovación tecnológica esta transformación no sería posible, pero tampoco lo será sólo de la mano de la tecnología. Son todos los agentes del territorio los que han de aglutinarse de la mano de este concepto de ciudad inteligente y buscar retos propuestas y soluciones que permitan la transformación de sus ciudades sin por ello olvidar que el reto no está solo centrado en la mejora de la eficiencia, sino que lo hace bajo un nuevo paradigma de sostenibilidad, en el que el respeto al medio ambiente y al cumplimiento de los ODS es una parte inseparable de la transformación de la ciudad.
Con este paraguas aún en ciernes es con el que nos saluda la Unión Europea y sobre el que vehicula sus fondos de reparación para hacer una Europa competitiva en los mercados internacionales en el medio y largo plazo que permita sostener su actual bienestar.
Fuente: (EC - Audiovisual Service) Unos fondos que, aunque de manera real puedan tardar finalmente algo más en llegar, se pondrán en movimiento para el 1 de enero de 2021. Con ellos quedará en nuestras manos el reto de transformar nuestros procesos productivos, acomodar nuestros hábitos de consumo, incentivar la circularidad, digitalizar nuestras empresas, asemejar la digitalización pública a la privada y transformar nuestro territorio y nuestra economía para un futuro incierto y volátil que requerirá de mayor flexibilidad y mayor resiliencia y para ello hemos de dotarnos de las herramientas que lo hagan posible o cuanto menos más fácil. Autor: Eduardo Martínez Gil, Smart Cities Manager en Minsait-Indra.
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